lunes, 25 de enero de 2016

El retraso de las actas

En España se presume de que se tiene la mejor liga del mundo, pero no creo que sea así. Que la forman los mejores equipos, los mejores jugadores y que se juega el mejor fútbol no se puede negar. Pero la mejor liga... Hay múltiples razones para creer que la Premier o la Bundesliga están mucho mejor organizadas, en temas de repartos económicos, tecnología, precios, ayuda al aficionado, árbitros... que hacen que sean competiciones más igualadas, más espectaculares, mejores.



En el tema de los arbitrajes, en la liga BBVA se sigue funcionando con un método demasiado prehistórico. El acta manda, al acta se obedece y lo que no pone en el acta no ha ocurrido. Este hecho en un mundo tan evolucionado y con un peso tan grande de las tecnologías roza lo absurdo y favorece al juego sucio. Las imágenes de televisión muestran constantemente acciones que deberían ser sancionadas y que nunca lo son. Es lógico que el árbitro no se percate de todo lo que sucede sobre el terreno de juego y más aún si lo que ocurre pasa lejos del balón. Por lo tanto, entendiendo la humanidad de los colegiados, se deberían aplicar medidas ajenas a ellos para castigar lo que es punible y beneficiar así al fútbol justo.

En la Premier, por ejemplo, aunque el árbitro no haya visto una agresión es castigada igualmente gracias a las imágenes y a un comité que se reúne y aplica las medidas necesarias. Si en España se pueden anular amonestaciones gracias a los vídeos, ¿por qué no se hace exactamente lo mismo para castigar? Así se conseguiría un juego más limpio y justo y se penalizarían acciones ilegales.

Este mismo año, se ha vuelto a demostrar que lo de las actas queda muy anticuado. Cristiano Ronaldo ha agredido 5 veces a un jugador sin que el balón estuviera en juego y no se le ha pitado ni falta. Dejando de lado la inmunidad arbitral de la que goza el luso, todo el mundo ha visto esas acciones, que tendrían que ser duramente perseguidas. ¿No las han visto los jefes de la competición? Estas agresiones, al igual que otros pisotones o insultos graves no tendrían que quedar en anécdota.



Pudiendo tener la mejor liga del mundo, en temas de organización y puramente deportivos, los mandamases de esta Liga parecen empeñados en hacer lo contrario. Y los actas son simplemente un ejemplo más de una larga lista.


lunes, 4 de enero de 2016

La delgada línea entre la intensidad y la violencia

A raíz del último derbi barcelonés que se jugó el pasado sábado, mucho se ha hablado sobre la actitud que mantuvo durante todo el encuentro el RCD Espanyol. Destacó por su radical diferencia en la imagen mostrada con Sergio y con Galca, ya que el equipo blanquiazul jugó mucho más intenso de lo habitual, cruzando en ciertos momentos la línea que separa la intensidad y la violencia. La prensa “nacionalbarcelonista”, nombrada así por Joan Collet, presidente del Espanyol, ha denunciado el juego, según ellos, demasiado violento de los pericos. Se quejaban de que, cometiendo 22 faltas, solo vieran 5 amarillas, y de la permisividad que tuvo el colegiado González González con el club local. Falta un criterio para saber qué es intenso y qué es violento.


Desde la llegada del Cholo Simeone como entrenador a España, el concepto de jugar con intensidad ha cambiado. Años atrás el estilo de juego de los colchoneros hubiera sido tachado, al menos, de duro. Pero los frutos que ha dado ese trabajo y el ejemplo que ha supuesto para muchos, han hecho cambiar la definición del diccionario futbolístico para el término “intensidad”.
Personalmente, no creo que la culpa de la intensificación llevada a violencia del juego en algunos partidos de algunos equipos sea culpa de ellos o de su entrenador. El señor árbitro debe hacer valer su criterio desde el principio, unificarlo con el de sus compañeros y dejar claro que es lo que vale y lo que no. Entendiendo, claro está, que no todos los partidos son iguales, que no hay la misma intensidad en un Getafe – Levante, que en un Sevilla – Betis, un Barça – Espanyol o un Atlético – Madrid. Y es en esos partidos, como el del sábado precisamente, donde se debe explicar claramente lo que vale y lo que no, lo que será penalizado y de qué manera…

Estoy convencido de que si los árbitros hablaran más con los jugadores (o si los capitanes transmitieran el mensaje) no existirían tantas polémicas después de los partidos. Y también creo que sería necesario que la Federación impusiera unos mismos criterios para todos los árbitros, ya que no es justo que Mateu Lahoz no enseñe la tarjeta hasta la décima falta, mientras a otros les falta tiempo para desempolvarla.