A raíz del último derbi barcelonés que se jugó el pasado
sábado, mucho se ha hablado sobre la actitud que mantuvo durante todo el
encuentro el RCD Espanyol. Destacó por su radical diferencia en la imagen mostrada
con Sergio y con Galca, ya que el equipo blanquiazul jugó mucho más intenso de
lo habitual, cruzando en ciertos momentos la línea que separa la intensidad y
la violencia. La prensa “nacionalbarcelonista”, nombrada así por Joan Collet,
presidente del Espanyol, ha denunciado el juego, según ellos, demasiado
violento de los pericos. Se quejaban de que, cometiendo 22 faltas, solo vieran
5 amarillas, y de la permisividad que tuvo el colegiado González González con el club local. Falta
un criterio para saber qué es intenso y qué es violento.
Desde la llegada del Cholo Simeone como entrenador a España,
el concepto de jugar con intensidad ha cambiado. Años atrás el estilo de juego
de los colchoneros hubiera sido tachado, al menos, de duro. Pero los frutos que
ha dado ese trabajo y el ejemplo que ha supuesto para muchos, han hecho cambiar
la definición del diccionario futbolístico para el término “intensidad”.
Personalmente, no creo que la culpa de la intensificación
llevada a violencia del juego en algunos partidos de algunos equipos sea culpa
de ellos o de su entrenador. El señor árbitro debe hacer valer su criterio
desde el principio, unificarlo con el de sus compañeros y dejar claro que es lo
que vale y lo que no. Entendiendo, claro está, que no todos los partidos son
iguales, que no hay la misma intensidad en un Getafe – Levante, que en un
Sevilla – Betis, un Barça – Espanyol o un Atlético – Madrid. Y es en esos
partidos, como el del sábado precisamente, donde se debe explicar claramente lo
que vale y lo que no, lo que será penalizado y de qué manera…
Estoy convencido de que si los árbitros hablaran más con los
jugadores (o si los capitanes transmitieran el mensaje) no existirían tantas
polémicas después de los partidos. Y también creo que sería necesario que la Federación
impusiera unos mismos criterios para todos los árbitros, ya que no es justo que
Mateu Lahoz no enseñe la tarjeta hasta la décima falta, mientras a otros les
falta tiempo para desempolvarla.
Eso!, unidad de criterio. Una falta debería falta en cualquier partido, no dependiendo de éste y del árbitro
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