lunes, 29 de febrero de 2016

La injusticia de Víctor e Iker

Valdés y Casillas tienen muchas cosas en común. Los dos han sido claves para los éxitos de la última década en el Barcelona y el Madrid y se han hecho un hueco en la lista de mejores porteros de la historia del fútbol mundial y española. En la forma de jugar también han sabido superar las adversidades psicológicas, las críticas y mantenerse muchos años bajo los palos de dos de las porterías más exigentes del planeta. Sus paradas han dado puntos y títulos a sus respectivos equipos. Incluso se parecen en su forma de jugar, destacan en el uno contra uno, en su buena colocación y en sus magníficos reflejos. Les cuesta más el juego por alto, y también se debe mencionar que en el juego de pies Valdés es mucho mejor que Casillas, siendo Iker mejor en otros aspectos como en los penaltis.



Pero no quería escribir por sus similitudes en las cualidades que poseen o por lo que supone aguantar tantos años defendiendo desde la meta el escudo de un equipo grande. Mi escrito tiene la intención de protestar contra la injustica que se ha cometido con ambos.  Ninguno se fue por la puerta grande como merecía, y ninguno juega en un equipo de un nivel acorde a su juego.

Víctor Valdés sufría mucho en la faceta psicológica. Lo ha reconocido sin tapujos en muchas entrevistas. “Para mí, durante muchos años, fue un suplicio ser portero”. Una inoportuna lesión frenó su trayectoria. Abandonaba el Barça, algo ya sabido, pero esa rodilla imposibilitó su fichaje por el Mónaco, quién le ofrecía formar parte de un interesante proyecto a largo plazo. Acabó en el Manchester, donde el gran estado de forma de De Gea y su mala relación con Van Gaal le impidieron triunfar. Estuvo muchos meses sin equipo, trabajando en Alemania para recuperarse y al final, el cancerbero decidió fichar por el modesto Standard de Lieja. Enlazo una interesante y sincera entrevista para un programa colombiano, donde Víctor no se muerde la lengua y cuenta muchos detalles de su salida del Barça y del tiempo lesionado. Imperdible.



Iker, por su parte, fue el estandarte del Real Madrid durante muchos años. Encarnaba los valores del club; señorío, esfuerzo, superación y hambre de títulos. Sin sus incontables paradas, muchas de ellas salvadoras, ni el Real Madrid ni la selección española hubieran cosechado tantos trofeos en sus vitrinas. Pero llegó Mourinho, con hambre de protagonismo, y tuvo el valor de sentar a Casillas. También una inoportuna lesión propició el fichaje de Diego López, quien lo tendría ocupando el banquillo mucho tiempo. Tras eso, el de Móstoles, no ha conseguido recuperar el nivel que tenía antes de su guerra con Mou o su lesión de mano. Al final, viendo que su estancia en el club blanco dividía al vestuario y a la afición, optó por salir buscando nuevas aventuras. Casillas fue señor en su despedida entre lágrimas del club de sus amores y sacrificó su puesto por el bien del Madrid. Ejemplar. El Oporto le brindó la oportunidad de seguir compitiendo a un buen nivel. El club portugués es, junto al Benfica, el mejor de su país, pero no figura entre los grandes del continente. En sus actuaciones se le ha visto nervioso e inseguro y ha combinado grandes actuaciones con otras que han dejado mucho que desear.



Ninguno de los dos tiene por parte del mundo del fútbol el respeto que merecen y tampoco se les despidió como debían. Espero que, dentro de unos años, se les reconozca su crucial trabajo en dos clubes que tendrían que estar más agradecidos con ellos.

lunes, 15 de febrero de 2016

La MSN, a otro nivel

Brutales. Fantásticos. Impresionantes. Increíbles.Sensacionales. Inigualables. Únicos e irrepetibles. Colosales. Sublimes. Genios. Magos. Monstruos. Craks. Extraterrestres.

El tópico de "sin calificativos" se convierte en tópico debido a la gran cantidad de veces que demuestran que lo merecen.
Hacen algo habitual de lo que es excepcional,  como bien definió Robinson al término de la exhibición del tridente azulgrana durante la segunda parte del Barça - Celta de ayer.
Parecen 3 niños felices divirtiéndose en el patio del colegio cuando juegan con los de un curso menos. Conectan como pocos lo han hecho durante la historia de este maravilloso deporte y dan un enorme espectáculo a su afición y al mundo del fútbol en general. Excepto a los rivales que los sufren, claro. Reinventan penaltis olvidados, normalizan los goles de falta y banalizan los bellos tantos de vaselina, como los que marcaron ayer Suárez, Rakitic o Neymar. Cuando se cree que lo han conseguido todo y han marcado de todas las formas posibles, rinden tributo al fútbol con goles imposibles, jugadas inimaginables o regates nunca vistos durante un partido profesional. Semana tras semana, demuestran que están un peldaño por encima del resto de los mortales.



Son 3 jugadores que están, probablemente, en el mejor momento de su carrera. Pero si se juntan son imparables. Un tridente formado por 3 hombres con unas características similares a la vez que diferentes. Messi es el mejor del mundo y con la llegada de Neymar y Suárez, ha silenciado las pocas voces que lo dudaban. Sobre el campo hace lo que quiere y destaca en todas las facetas del juego. Rápido y con gran definición como los otros dos, pero con ese toque persistente de genialidad.

Neymar ha triunfado en Europa como pocos imaginaban. Su particular visión del fútbol y su gran relación con Messi y Suárez, tanto dentro como fuera del campo, han conseguido que alcance una madurez futbolística extrañada en Brasil. Sus estrambóticos regates, sus múltiples asistencias y su facilidad goleadora le colocan en el podio de los mejores del mundo.

Luis Suárez era un fichaje sobre seguro. Su olfato de "killer" era indudable y era el complemento perfecto para los otros dos. Sin regates maravillosos, su efectividad le ha dado muchos goles y puntos al equipo. Pero tampoco es un 9 clásico que "simplemente" marca. Posee unas características que le convierten en el mejor, y más completo, delantero del mundo. Domina todo lo relacionado con el gol y también regala auténticos golazos para el recuerdo. Su compromiso defensivo y su incansable trabajo en la presión consiguen que la afición perdone y olvide sus deslices extradeportivos.



Estas tres máquinas geniales del Barça seguirán dominando el panorama futbolístico hasta que se cansen. Y, afortunadamente para el espectáculo, o muy a pesar de sus rivales, faltan muchos, muchos años para que esto ocurra.

domingo, 7 de febrero de 2016

La revolución de la revelación

Cada temporada en cada liga existe el llamado equipo revelación. Ese conjunto que sorprende con su resultado o juego y supera las expectativas creadas entorno a él. Cada campaña las revelaciones lo son menos, porque ya se sabe que habrá alguien que tendrá ese título. La única intriga es saber quién.
Este año, rompiendo con los esquemas citados anteriormente, el equipo revelación de Europa y del mundo es el Leicester City. Equipo revelación,  líder de la Premier y matagigantes. Todos los apodos son válidos. No ha sido el típico equipo que a principios de temporada sorprende por su posición en la tabla o que gana a algún grande. No, no. Los "foxes" son eso y mucho más. Obviamente sorprendieron. Siguen sorprendiendo. Pero ahora ya son la paradoja de la sorpresa esperada. Partido tras partido demuestran que merecen el puesto que ocupan, los piropos y calificativos que les llueven y también demuestran el por qué de sus resultados.  


Claudio Ranieri se ha convertido en el hombre de moda en Inglaterra. Y con razón. Ha creado una máquina ganadora de un equipo que un año atrás era el colista de la Premier y el anterior estaba en la segunda categoría británica. Tiene mucho,  muchísimo mérito. ¿Que cómo lo ha hecho? Trabajo, presión intensa,  sacrificio y solidaridad. Es un equipo compacto y que se mueve en bloque, y donde sus dos estrellas parecen dos jugadores como cualquier otro a la hora de ayudar en tareas defensivas. La solidez defensiva y las rápidas transiciones al contraataque han sido las claves. Defienden y presionan todos. Esperan a robar atrás, donde Kanté y Drinkwater juegan un papel importantísimo y salen combinando vertiginosamente hacia la portería contraria. Quien canaliza estos movimientos es el argelino Mahrez, que no solo asiste, sino que también marca. Vardy es el encargado de hacer letales estas contras.  Sencillo pero efectivo. Fútbol. El juego del Leicester no será vistoso, aunque tampoco se dedica al balón largo. Algunos golazos sí que han dejado, por eso. Pero no se le puede pedir más.


Y ante este equipo solo podemos decir una cosa. Bravo. Bravo porque, ocurra lo que ocurra a final de año, no tendremos otra que quitarnos el sombrero ante tal meritoria gesta. Ojalá gane y sea un ejemplo para todos los equipos "pequeños" del resto del mundo, pero pase lo que pase, lo que ya han conseguido es digno de admirar.
Bravo por el Leicester, la transformación de una revelación en una revolución.