miércoles, 16 de septiembre de 2015

En Champions sí que funciona

El Sevilla se impuso por 3-0 al Borussia Mönchengladbach en un gran partido de los sevillistas que gozaron de tres penaltis a favor. 
La Champions volvía a Nervión, y con ella toda la ilusión de la afición.  El Sánchez-Pizjuán estaba engalanado como en las mejores citas y el himno del Sevilla ahogó al de la Champions.


 El partido tenía una especial tensión ya que ambos equipos no habían empezado con buen pie sus respectivas ligas. El Sevilla tenía las bajas de los tres centrales (Pareja, Carriço y Rami) y el portero titular hasta la fecha (Beto). El Borussia tenía la de Xhaka por sanción ya que fue expulsado en su último partido europeo, precisamente frente al Sevilla, y la del extremo Hermann.
El partido empezó con el equipo local controlando el balón y el conjunto alemán replegado atrás esperando cualquier error para salir a la contra. Vitolo estrelló el balón al poste en el minuto 4 y Reyes mandó a las nubes el rechace. Coke fue quien más peligro aportó durante la primera mitad con sus incorporaciones desde el lateral derecho. Gameiro, Vitolo y Reyes estuvieron combinativos pero no efectivos. Banega no fue la brújula que deslumbraba el año pasado hasta la segunda mitad y los de arriba lo notaron.Krychowiak encontró a un gran compañero en el doble pivote, N'Zonzi. Estuvo a un nivel catedrático, recuperando muchos balones, perdiendo pocos,  haciendo circular el balón, ganando absolutamente todas las disputas aéreas y deslumbrando a la afición con su técnica. 
En la segunda mitad el Sevilla salió arrollador, y con solo un minuto jugado, el árbitro señaló un dudoso penalti sobre Vitolo que Gameiro transformó magistralmente.



El Sevilla no bajó los brazos y dos minutos después,  Vitolo fue, de nuevo, el causante de un penalti, ahora clarísimo. Gameiro fue otra vez el lanzador, pero esta vez el lanzamiento se fue al larguero y rebotó en la línea de gol, sin llegar a cruzarla. Podría haber sido la sentencia y falló, pero el estadio coreó su nombre consciente de que Gameiro jugó un auténtico partidazo. No tendrá el instinto matador de Bacca, pero la técnica para asociarse, su velocidad,  su regate y su gran colocación son dignas de admiración. Es un tipo de delantero más parecido a su compatriota Benzemá, jugadores más de equipo que de gol. 



El Sevilla insistió ya que quería cerrar el partido y tras una penalti de libro sobre Gameiro, el árbitro volvió a señalar pena máxima. Por tercera vez en 19 minutos. Banega quiso la responsabilidad y, engañando a Sommer, envió el balón al fondo de la red. 
Konoplyanka cerró el partido con un chut sin ángulo que sorprendió al portero alemán y deleitó a la parroquia nervionense. Hay muchas esperanzas puestas en el crack ucraniano y ayer respondió. 
Volvió la Champions cinco años después y con ella, la ilusión, el buen juego y los goles. El Sevilla queda líder del grupo de la muerte,  pero deberá trabajar muy duro si quiere pasar a la siguiente fase.