martes, 28 de mayo de 2013

Robben, su recompensa y la justicia futbolística

Esta frase fue la primera que se me pasó por la cabeza tras el gol de Robben en el 89' y que seguidamente plasmé en un tuit (@pedrito16sfc).
Arjen Robben siempre me ha parecido un jugadorazo, del que estoy seguro que sería de los mejores del mundo si no hubiera coincidido con monstruos como Messi, Cristiano o Iniesta. Un jugador que no brilló en el Madrid pero que en el Bayern está cuajando una gran etapa. Cuando llegó se le tachaba de individualista e irregular pero, sin levantar la voz, ha ido callando bocas con su trabajo. Y con la llegada de Heynckess ha multiplicado su presencia en el campo, estando omnipresente por el terreno de juego, ayudando tanto en ataque como en defensa.
Por ejemplo, en las semifinales de Champions frente al FC Barcelona, Jordi Alba no pudo subir el balón en exceso ni desmarcarse porque allí estaba él , cortando pases, frenando sus incorporaciones y persiguiéndole por donde fuera.
El fútbol siempre fue cruel con él, en la final del Mundial del 2010, Casillas le sacó dos goles cantados cuando los aficionados holandeses se ponían en pie para cantar el gol. Fueron dos ocasiones clarísimas que hubiesen entrado con casi cualquier otro portero, pero Iker salvó a España. También perdió en 2010 la final de la Champions contra el Inter en un partido muy igualado donde ambos pudieron llevarse la gloria pero dos goles de Milito evitaron que el Bayern fuera el poseedor del trofeo. Arjen perdió los dos títulos más importantes del fútbol en dos meses y ambos en la final.


Pero su peor recuerdo debe ser la final de la Champions del 2012, donde falló una penalti que le pudo dar la victoria a los bávaros, pero Cech le adivinó magníficamente la intención. Todas las finales fueron amargas para el holandés hasta la última.


Aunque falló ocasiones claras, jugó un gran partido. En el descanso, Beckenbauer declaró: "Robben siempre falla en los partidos decisivos". Pero se equivocaba. Un gran pase de la muerte suyo hizo que Mandzukic la empujara a placer al fondo de la red. Con el empate en el marcador, el Bayern se volcó al ataque, y en un balón largo, Ribbery se la dejó franca a Robben. Hummels apareció para seguir con la maldición de Robben, pero éste, con un mágico recorte, apartó el esférico de la bota del central y definió con sutileza ante Weidenfeller. El fútbol fue justo con Robben y le dio la gloria que merecía. La orejona es de Robben.